jueves, 13 de noviembre de 2008

Odiosos vecinos

Dicen que la familia no se elige, pero los amigos si. Puede ser. Pero en el caso de los vecinos, es lo que hay no más.

Desgraciadamente, donde vivo tengo un frikerío de vecinos que da para libro. En el momento en que escribo estas líneas, la vecina de una esquina tiene a todo volumen música canuta, no de esa nueva música evangélica que hay, más moderna, sino de ese repertorio de calle de domingo en la tarde que te interrumpen la siesta o no te dejan escuchar la tele. Eso no sería problema si fuera que pone la música para toda la cuadra y no tuviera unos delirios dignos de "El exorcista".

Y eso que en estos momentos es esta vecina la que tiene la música puesta, no cuento a mis vecinos del lado que ya antes de las 10 de la mañana, comienza su show a todo volumen de reggaetones y música española tipo "Camela". Eso cuando no están haciendo competencia con otros vecinos que ponen el mismo tipo de música también a todo volumen. Súmele a eso, otros que le dan duro a "Los Charros de Lumaco" y así pasa la vida.

Y eso que ahora hablo de la pura música, no cuento cuando peleas de parejas terminan con zapatillas en el patio de mi casa o cuando botan a sus mascotas y después las viejas se quejan por "los perros vagos".

Hay una campaña del Gobierno sobre seguridad ciudadana que dice que hay que confiar en los vecinos. Yo, con lo que me toca, paso.

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